En la oscuridad de la celda, él yacía,
Su alma aprisionada, en la soledad sombría.
Con el eco del engaño retumbando en su mente,
Perdido en el dolor, sin consuelo presente.

Pero en medio de la desesperación, una luz brilló,
Un rayo de esperanza, que en la oscuridad creció.
Porque su amor, inquebrantable, no pudo morir,
Esperando el día en que pudiera volver a sonreír.

Ella, con su corazón oscurecido por la traición,
Buscaba redención en medio de la confusión.
Con ojos llenos de lágrimas y alma arrepentida,
Anhelando el perdón que su amor le daría.

A través de lágrimas y penurias, encontraron su camino,
Unidos por un lazo que el tiempo no pudo deshacer.
Con paciencia y compasión, sanaron sus heridas,
Amando más profundamente, sin importar las caídas.

En tierras lejanas, donde el perdón floreció,
Reconstruyeron su amor, más fuerte de lo que creyeron.
Ella, con humildad, buscaba redimirse,
Y él, con amor eterno, la ayudó a renacer.

Juntos enfrentaron el futuro con valentía,
Su amor, una fortaleza, en la que confiaban día a día.
Porque en el perdón encontraron la verdadera libertad,
Y en el amor, encontraron su eterna felicidad.

Así que con manos entrelazadas y corazones sinceros,
Caminaron hacia el horizonte, sin miedo a los senderos.
Porque su amor, más fuerte que cualquier adversidad,
Perdurará por siempre, en la eternidad.